Fernando de la Mora, en la segunda noche de gala del Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado 2011
En el espacio especialmente acondicionado como escenario en el pasillo del Templo, se puso en escena (con Gordon Campbell como director concertador) la ópera La mulata de Córdoba de José Pablo Moncayo. Más allá de los obstáculos técnicos, acústicos, etcétera, que habrá que superar en el futuro, el experimento resultó más que exitoso si se toma en cuenta la cantidad de público entusiasta que se acercó al improvisado escenario para atestiguar esta historia fantástica puesta en música por el autor del famoso Huapango.
Especialmente interesante, la cantidad de público itinerante que iba y venía con curiosidad, acercándose una y otra vez al escenario. He aquí un potencial público futuro para óperas, conciertos y recitales vocales, un público al que hay que cultivar, atraer y comprometer con los eventos más formales del Festival.
Después de La mulata de Córdoba al aire libre, el Palacio Municipal de Álamos recibió al tenor mexicano Fernando de la Mora y al pianista cubano Gonzalo Romeu para un recital de canción popular mexicana que bien pudiera calificarse como ligero, en el entendido de que fue preparado e interpretado con plena seriedad por ambos músicos. La columna vertebral de este programa de canción fina mexicana (quizá podrá hablarse del concepto de canción mexicana de salón), estuvo conformada por nombres de compositores y compositoras de irreprochable reputación, y tuvo como atractivo particular el hecho de que se trató de una selección de canciones que formaron parte fundamental del repertorio del Dr. Alfonso Ortiz Tirado. Así, en la pulcra, educada y potente voz de Fernando de la Mora, el numeroso y entusiasta público pudo escuchar algunas de las canciones más conocidas de autores fundamentales en este tipo de repertorio. El destacado tenor mexicano, atendiendo un poco al gusto popular y otro poco a sus propias afinidades, dio especial relevancia a la vena sentimental arrabalera de las canciones de Agustín Lara, colocándolo en un sitio prominente en su programa. De modo análogo, De la Mora y Romeu abordaron varias canciones de María Grever, en cuyas interpretaciones fue posible confirmar la calidad de la letra y la música de las creaciones de esta singular compositora mexicana. A lo largo de la noche, fue posible percibir una y otra vez la sabrosa cadencia del bolero.
Una parte importante de este exitoso recital vocal realizado en el marco del Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado fue la colección de canciones de origen tropical, de perfil caribeño, que fueron interpretadas por Fernando de la Mora con una añadida dosis de sensualidad. En este rubro, cabe mencionar de manera particular las canciones de Sebastián Yradier, Eusebio Delfín, Ernesto Lecuona y Gonzalo Roig. Cabe destacar que todo este repertorio vocal de música popular de México y otras latitudes fue hábilmente complementado por algunas piezas puramente instrumentales interpretadas con sabiduría y conocimiento de causa por el pianista Gonzalo Romeu: La comparsa de Ernesto Lecuona, y un sabroso danzón de su tío abuelo, Antonio María Romeu, titulado Perla marina, interpretaciones que dieron cuenta cabal del compromiso de Romeu con esta música tan suya y su profundo conocimiento de ella. No es casualidad que Romeu sea considerado, con justicia, como un experto en el danzón y manifestaciones musicales similares.
Vale la pena señalar que la expectativa causada por este recital de Fernando de la Mora basado en el repertorio de Alfonso Ortiz Tirado fue tal, que el Palacio Municipal de Álamos resultó insuficiente para recibir a la gran cantidad de público que asistió al evento. Esa expectativa tuvo como remate, al final del programa propuesto por De la Mora y Romeu, el regalo de algunas canciones extra, casi todas ellas en la misma vena que las del resto del programa (María Grever, Armando Manzanero, Gonzalo Curiel), con la notable excepción de ese clásico de clásicos de la canción vernácula napolitana, Torna a Sorrento, cantada por Fernando de la Mora con particular intensidad y compromiso.