Boletín ISC No. 120 / 23 de abril / 2014:Austeridad, transparencia y buen gobierno
“Lucero orgulloso, remoto, glorioso,
yo siempre tu brillo preferí;
pues mi alma jalea la orgullosa tarea
que cumples de la noche a la mañana,
y admiro más, desde luego tu lejanísimo fuego
que esa otra luz, más fría, más cercana."
Fragmento de Lucero vespertino, Edgar Allan Poe
Con el canto de Pancho Jaime, a la luz de la peña que enmarca la terraza sur de la Casa de la Cultura y rodeada de su familia sanguínea y espiritual, Clara Lucero Ibarra presentó su autobiografía, en voz de su jefe y amigo Roberto Méndez Romandía; el caricaturista Mario Fernando Rentería y su nieta, la historiadora Cinthia Real Félix.
La lectura nos sorprende, nos atrapa desde un principio, al iniciarlo con una hermosa figura poética que dice: “…Y dejándome llevar por la nostalgia de esa tarde, desgrané mi memoria”. A partir de ahí, nos conduce por un cúmulo de vivencias personales que van desde su más tierna infancia hasta la actualidad.
“Yo tengo el privilegio de convivir con Clarita buena parte del día desde hace muchos años, tiempo en el cual he admirado su personalidad de gran temple y llena de virtudes, puedo decir que ya conocía de viva voz gran parte de estos recuerdos, y puedo asegurar que posee un bagaje como para hacer varios volúmenes como este. Pero el lector que no la conozca percibirá a una mujer llena de logros, con un ánimo y un deseo de superación inagotables; una sonorense ejemplar invencible y tenaz, y sobre todo amorosa y cordial”, dijo Roberto Méndez.
Clara Lucero abrió ese “baúl de los recuerdos” que continúan presentes en su memoria y en su piel. También, nos invita a la reflexión de aceptarnos por lo que somos, que ante las dificultades, nos establezcamos metas y nos sujetemos a nuestra fe; que las discapacidades no son físicas sino mentales y que no hay mejor reconocimiento que el que nos da la vida misma: “Yo voy a seguir trabajando… Me amputaron la pierna no el cerebro.”
“Yo no escribí un libro, no soy escritora” dice Clarita, “yo abrí la compuerta de mi alma, de mis recuerdos y los dejé correr en un río, y hubo quien me ayudó a ponerle diques a ese escrito, eso se lo debo a dos personas: Gloria Barragán “Gloria del Yaqui” y Blanquita Febles. También agradeció a Ana Lira, Poly Coronel, Luz Carmen Torres e Ignacio Mondaca, por la publicación del libro, que se realizó con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.