El reencuentro de los o´odham: tres naciones y una misma familia
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El Festival Kino, en su edición número 15, es lugar de encuentro de tres naciones que luchan por conservar su lengua y sus costumbres: los akimel o’odham de Arizona; los tohono o’odham de Sonora y los Pimas de Sonora y Chihuahua.
Sus ancestros les dejaron la encomienda de permanecer unidos a pesar de las distancias y acuden a este festival para reencontrarse con sus raíces.
Desde hace tres años el Instituto Sonorense de Cultura y la gran nación del pueblo O’odham de México y Estados Unidos, promueven la unión de estas naciones, con la preocupación de que aún falta mucho por conocer, entender, valorar y respetar nuestra historia y cultura como mexicanos y sonorenses.
Este jueves 18 de mayo, en el Atrio del Templo de Santa María de Magdalena, niñas tohono de la escuela albergue de Quitovac, Sonora, compartieron parte de sus tradiciones con los asistentes, a través de sus danzas y cantos que hablan de la naturaleza.
El antropólogo Alejandro Aguilar Zéleny fue el enlace para conocer un poco más sobre estas culturas ancestrales. “Hace más de dos mil años se tiene registro de que existió una sociedad llamada los hohokam que vivieron en lo que hoy es Casa Grande, cerca de Phoenix, Arizona. En esa época hubo un periodo de cambio climático que se le llamó altitermal, subió mucho la temperatura, la agricultura no se podía trabajar y no llovía. La gente que ya tenía sus comunidades grandes no pudo vivir unida y se extendió por todo el territorio. Así, hoy día en la región de Phoenix en Arizona, viven los conocidos por los españoles como pimas altos que se llaman a sí mismos akimel o’odham; en la región de El Pinacate y lo que hoy es Puerto Peñasco, han vivido los hia c’ed o’odham, “la gente de la arena”; en Tucson, El Pinacate, Sonoyta, Caborca, Río Altar, se desarrolló la cultura tohono o o’dham y mucho más lejos, en la región de la Sierra Sonora y Chihuahua en los municipios de Yécora, Madera y Temosachi, vive la nación pima conocidos entre ellos como o’ob”.
Esta gran familia, antes de la llegada de los españoles ocupó un extenso territorio pero al separarse se perdió la comunicación. En este Festival se reúnen representantes de tres naciones o o’dham.
Las niñas de la escuela albergue de Quitovac, Sonora, presentaron fragmentos de sus danzas tradicionales que transcurren a lo largo de la noche.
En su mensaje “Fortaleciendo mi identidad, niños y niñas danzantes de la lluvia” que fue leído por Aguilar Zéleny, explican al público que una de las danzas se lleva a cabo portando imágenes simbólicas; tradicionalmente se realizaba cuando las comunidades iban a competir a otros lugares y danzaban para los anfitriones.
También como parte de la celebración de una buena cosecha. Todas las danzas están relacionadas con la lluvia, por el clima desértico en que vivimos. Las imágenes o símbolos significan que se está dando una ofrenda, plegaria o bendición. Cada comunidad tenía su propia manera de representar esta danza.
Las niñas también bailaron la danza en ronda, una danza social que se realiza en cualquier momento como parte de las celebraciones donde la comunidad se reunía para compartir buenos tiempos.
Una concepción de los o’odham es que en el tiempo de verano no se cuentan historias sobre su origen, mitos y tradiciones, pues de alguna manera está prohibido, para ello esperan el tiempo de invierno. Cuenta la historia que si ellos hablaran, el monstruo de Gila y la víbora de cascabel se molestarían. En verano realizan ceremonias más importantes, como rituales donde representan la lluvia, las nubes; las danzas y cantos cuentan su historia.
En los cantos de sus antepasados, interpretados también por las niñas, la letra dice “cómo el hermano mayor, el creador, nos está cuidando y de cómo debíamos sentirnos felices y protegidos de que él nos hace sentir bien”.