Con saltos coreográficos y alabanzas, una congregación celebra un ritual cubierto el rostro; habrán de descubrirse al recibir la luz que guiará su peregrinar en búsqueda del vellocino de oro que quita el pecado del mundo, en un largo camino de purificación sacrificando su cuerpo con flagelaciones de sus gluteos, para lograr la redención de sus almas, lo cual conquistan con la inmolación total del grupo a manos de su pastor y maestro.
La danza son reminiscencias tribales y la música, cantos clericales y gregorianos que fueron acompañados con pianos de juguete, logrando un efecto musical muy interesante y sobre todo novedoso.
El vestuario bien planeado, destacando el guía que lució una capa roja que cubría su cuerpo y portaba un corsé blanco, con el que se desplazó sobre el escenario e incluso bailó con toda la compañía, logrando el impacto visual que pretendía el director del espectáculo.
Este performance suplica salvación, pero no deben de tener temor ya que su fe los ha salvado.