Viaje de Invierno (Winterreise), ciclo de canciones de Franz Schubert (1797-1828), sobre poemas de Wilhelm Müller (1794-1827), fueron compuestas originalmente para tenor y piano, y fue su primer intérprete, sin embargo, el barítono Michael Vogl la estrenó en 1828 acompañado al piano por Emanuel Mikschik.
El tema sustancial de los poemas de Müller es el amor no correspondido. Un hombre rememora diversos sentimientos, en tanto camina durante el invierno. Alegría, melancolía, aislamiento, felicidad y desesperación, son los humores que el viajero posee durante su recorrido.
Los títulos del ciclo de las 24 canciones son: Buenas noches, La veleta, en que sugiere que el amor de su vida lo dejó porque sus padres deseaban casarla con alguien de una mejor posición social; Lágrimas heladas, Entumecimiento, en donde el viajero llora caminando por la nieve; El tilo que refiere un árbol en donde grabó palabras de amor; Torrente, En el arroyo, Mirada atrás, Fuego fatuo.
En Descanso, el viajero se detiene para reposar; Sueño de primavera, Soledad. En El correo, el viajero siente alegría al escuchar el cuerno del cartero, aunque no espera ninguna carta; La cabeza cana, La corneja, Última esperanza, En el pueblo, Mañana tormentosa, Engaño, El poste, La posada, valor, Parhelio que es el fenómeno de una visión óptica, que produce ver tres soles cuando la luz del sol atraviesa por la nubes cargadas de hielo y El organillero.
Esto es, a grandes rasgos, lo que ayer escuchamos en la tercera Noche de gala en el Palacio Municipal en el marco del Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado, en la voz del bajo alemán Christian Tschelebiew, acompañado magistralmente por el pianista Wilhelm Keitel, quien además es un destacado director de orquesta y productor.
La voz de Christian Tschelebiew es bella y su interpretación es sumamente refinada, es un cantante modesto y podría aumentar que del montón, es decir, común, sin nada extraordinario que aplicarle a su tesitura.
Dice su biografía que en su repertorio cuenta con obras operísticas como Don Carlos, Nabucco y Aida de Verdi, Don Giovanni de Mozart, El barbero de Sevilla de Rossini, La flauta mágica de Mozart, Fausto de Gounod y Tannhäuser de Wagner, entre muchas otras, sin embargo lo veo, mejor dicho, no creo que sea el cantante adecuado para ese repertorio en grandes teatros, sino en los pequeños escenarios en los que se presenta con regularidad, de acuerdo a su voz.
Tschelebiew posee un prematuro vibrato, lo que no le resta, en este ciclo de Schubert, nada, absolutamente nada.
Se anunció que se encontraba enfermo, a manera de disculpa, pero fue innecesario el anuncio. Tschelebiew es un cantante correctísimo en el Lied y así lo demostró ayer. Todos quedamos complacidos en este viaje placentero.