Gala de apertura Festival Alfonso Ortiz Tirado 2012
Gala de apertura Festival Alfonso Ortiz Tirado 2012
Si hubiera que describir la belleza de un canto, lo emotivo de una interpretación, lo sensible de la perfección sonora y lo humano de la ejecución de una, o varias creaciones musicales, sería preciso recurrir a un pintor o a un muralista, pero no es posible, es necesario hacerlo aquí, en este momento, todavía cuando no han pasado más de dos horas de concluido el concierto que inauguró el Festival Cultural Alfonso Ortiz Tirado 2012. Para ello se eligió a lo que parecía dos cantantes disímbolos, pero que jamás lo fueron: una soprano coloratura y un barítono dramático: Eglise Gutiérrez y Carlos Almaguer, ella cubana, él mexicano.
Ya conocía a los dos y los había escuchado. A ella en una serie de magníficas funciones de Lucia di Lammermoor de Donizetti, cuando debutó en la ciudad de México, en Bellas Artes, hace cinco años y a Carlos cuando todavía cantaba en la tesitura de tenor, hace veinte años, y era igual de espectacular que hoy, como barítono.
Todo comenzó con la obertura de Semiramide de Rossini, muy bien ejecutada por la Orquesta Filarmónica de Sonora y la batuta de Enrique Patrón de Rueda. Eglise se presentó con el aria de la misma ópera, “Bel raggio lushingier” encontrándose en su elemento, extraordinario, realizando un canto de belleza y emoción que terminó de patentizar con el aria de la ópera Louise de Gustav Charpentier “Depuis le jour”, pieza raramente ejecutada en conciertos o recitales y que abordó de manera exquisita.
Lo dulce y divino del canto ya se había presentado, pero llegó el homenajeado, la voz, el torrente bien temperado de Carlos Almaguer, que antes del inicio musical había recibido la Medalla Alfonso Ortiz Tirado 2012, y lo hizo presentándose con una de las piezas más bellas escritas para su tesitura: “Nemico della patria” de Andrea Chénier de Umberto Giordano que interpretó de manera magistral, demostrando porqué es reconocido como el mejor barítono mexicano, dentro y fuera de México. Su segunda intervención fue cantando “O Carlo, ascolta” de la ópera de Giuseppe Verdi y la tercera, junto con Eglise, algo insólito para la voz de él, “La ci darem la mano” de Don Giovanni, en donde no sólo demostró que puede interpretar a Verdi sino al mismísimo Mozart.
In crescendo, en la segunda parte del concierto, se escucharon, para deleite del público, “Credo” de Otello y “Cortigianni” de Rigoletto con Carlos y “Piangete voi de Anna Bolena de Donizetti en la voz de Eglise, además del dúo “Tutte le feste”, también de Rigoletto que cerró la gala, no con broche de oro sino con algo más importante, el recuerdo imperecedero que deja escuchar las buenas interpretaciones, de las buenas composiciones en manos de Enrique Patrón, quien disfruta la música tanto como quien la creó.